El gusto por la belleza de los Selk’nam

La dedicación de los Selk´nam por la belleza físico, ellos la practicaban pintando sus cuerpos y poniéndose máscaras. Ostentaban esta inclinación por lo bello afanándose por agradar a la vista para cautivar al espíritu, la práctica que más resalta en busca de esta consagración, es el rito Hain. Aunque tenían otras celebraciones sin mayor relevancia, también los cuerpos de mujeres podían lucir pintados, como en los matrimonios.

Utilizaban principalmente 3 colores: negro, blanco y rojo. Para el primero usaban el carbón, para el segundo, la arcilla blanca y para el rojo, la arcilla rojiza y la sangre.

Estos colores empleados en sus cuerpos, indicaban la entrada en un nuevo estado o grupo social, su posición ritual o su pertenencia a una comunidad determinada. Los hombres y las mujeres que no representaban ningún espíritu también se pintaban el cuerpo y el rostro de una forma más discreta, aunque no tenían permitido lucir máscaras.

 

Además empleaban la grasa de los guanacos, animales que cazaban para su alimentación y que precisamente llegaron a esa zona a la caza, la mezclaban con arcilla y así realizaban sus pinturas corporales. Sus dibujos eran geométricos y simples, con la idea de romper las curvas del cuerpo humano, y así dejar de parecer humano.

Como hemos resaltado el rito Hain, en que se pintaban con mayor dedicación para una fiesta de días, de acuerdo con el mito, los hombres tenían el deber de representar los espíritus con el propósito de mantener su supremacía y un orden favorable.

 

Las máscaras, hechas de madera y/o cuero de guanaco, se repetían en cada Hain. Cada una de ellas representaba a un espíritu que tenía su personalidad y rol diferencial. El “actor” debía tener una actitud y movimientos acordes con el espíritu que tenía que representar.

 

                  Las pinturas ceremoniales tenían un valor simbólico, para esta agrupación indígena que se llamaban a sí mismos Selk’nam, que significa “clan de la rama separada” o “clan de la rama selecta”. Así fueron: selectivos. Su gusto por la belleza corporal,  les ha dado un lugar y un recuerdo perdurable en nuestra historia.